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Unidos por los ODS: La lucha global contra el desperdicio alimentario

  • 14 may
  • 6 Min. de lectura


ODS desperdicio alimentario

El desperdicio alimentario —definido como aquellos productos agrícolas y alimentarios descartados de la cadena alimentaria que siguen siendo perfectamente comestibles y adecuados para el consumo humano y que, por diversas causas y, en ocasiones, a falta de posibles usos alternativos, terminan desechados como residuo (AESAN, Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición )— constituye uno de los grandes desafíos globales del siglo XXI. Naciones Unidas incluyó este problema en la Agenda 2030, asignándolo específicamente a la Meta 12.3 del ODS 12 (“Producción y consumo responsables”), que plantea:


Para 2030, el reto es reducir a la mitad el desperdicio de alimentos per cápita mundial en la venta al por menor y a nivel de los consumidores, y reducir las pérdidas de alimentos en las cadenas de producción y suministro, incluidas las pérdidas posteriores a la cosecha.


Aun cuando el desperdicio alimentario lleva décadas siendo motivo de estudio, su visibilización dentro de los ODS ha provocado un impulso coordinado de gobiernos, empresas y sociedad civil. A continuación, exploramos con detalle el estado actual, los desafíos y las sinergias entre el desperdicio de alimentos y la consecución de los 17 ODS.


Estado actual y progresos hasta 2024


Desde 2015, el desperdicio alimentario global apenas se ha recortado un 14 %, muy lejos del 50 % que exige la Meta 12.3, lo que supone unas 180 millones de toneladas de alimentos aún malgastados. Tras un primer impulso de casi 4 % entre 2016-2018 —gracias a grandes campañas de sensibilización—, la reducción se frenó a partir de 2019. La pandemia de COVID-19 provocó incluso un repunte de casi 2 % en 2020 al desajustar cosechas y procesado.


La última edición del Food Waste Index Report 2024 de la UNEP estima que en 2022 se desperdiciaron 1.05 mil millones de toneladas de alimentos a nivel de alimentos y servicios, de las cuales un 60 % corresponde a hogares (631 millones t) y el 40 % restante al sector minorista y de hostelería (421 millones t) (biocycle.net).

La desigualdad regional es notable:


  • Europa Occidental: – 22 % (Alemania – 25 %, Países Bajos – 24 %).

  • Japón y Corea del Sur: – 18 % y – 15 %.

  • América Latina y Caribe: + 8 % (postcosecha insuficiente).

  • África Subsahariana: + 12 % (falta de transporte y almacenamiento).


Solo 38 países reportan datos comparables (PNUMA 2024), con un repositorio único en Europa (Eurostat), mientras Asia y África usan sistemas dispares. En la UE, en 2022 se generaron 132 kg de desperdicio alimentario por habitante, de los cuales el 54 % procede de los hogares (72 kg por habitante) y el 46 % de la cadena de suministro (producción, procesado y distribución) (ec.europa.eu).


La crisis climática agrava el problema: sequías e inundaciones extremas causaron hasta un 30 % de pérdidas en cultivos clave en 2023 (trigo en España, maíz en EE. UU.), obligando al descarte de lotes enteros.


Por fase de la cadena, las pérdidas se distribuyen así:


  • Producción primaria: hasta 20 % en países en desarrollo.

  • Procesado y distribución: 10 – 15 % en naciones avanzadas por roturas en frío y embalaje.

  • Venta minorista y consumidor: hasta 50 % en economías ricas, debido a compras impulsivas y confusión de fechas.


Para cerrar el 36 % restante y cumplir la Meta 12.3, es imprescindible armonizar la medición, contextualizar soluciones y acelerar la adopción de innovaciones desde el campo hasta el consumidor.



ODS


Desperdicio alimentario: un reto multidimensional de los ODS


Aunque el grueso de la acción contra el desperdicio recae en el ODS 12, su impacto trasciende múltiples objetivos:

Objetivo

Relación con el desperdicio alimentario

ODS 2 (Hambre Cero)

Redistribuir excedentes reduce la inseguridad alimentaria.

ODS 6 (Agua Limpia y Saneamiento)

Menos cultivo innecesario ahorra recursos hídricos.

ODS 7 (Energía asequible y no contaminante)

Reducción de emisiones en transporte y almacenaje.

ODS 8 (Trabajo decente y crecimiento económico)

Economía circular y nuevos nichos empresariales.

ODS 9 (Industria, innovación e infraestructuras)

Tecnologías para trazabilidad y refrigeración inteligente.

ODS 10 (Reducción de las desigualdades)

Acceso equitativo a alimentos y oportunidades de inserción laboral.

ODS 11 (Ciudades y comunidades sostenibles)

Gestión de residuos y compostaje urbano.

ODS 13 (Acción por el clima)

Menos emisión de metano y CO₂ en vertederos.

ODS 14 (Vida Submarina)

Menos nutrientes y plásticos en efluentes acuáticos.

ODS 15 (Vida de ecosistemas terrestres)

Reducción de la huella ecológica de la agricultura extensiva.

ODS 17 (Alianzas para lograr los Objetivos)

Colaboración público-privada y redes globales de excedentes.

Esta interconexión subraya que cualquier avance en la reducción del desperdicio reporta beneficios transversales, desde la mitigación climática hasta la cohesión social.



ODS


Desafíos clave para la consecución de la Meta 12.3


La Meta 12.3 de la Agenda 2030 de Naciones Unidas se enmarca en el ODS 12 (Producción y Consumo Responsables) y establece:

“De aquí a 2030, reducir a la mitad el desperdicio de alimentos per cápita mundial en la venta al por menor y a nivel de los consumidores, y reducir las pérdidas de alimentos en las cadenas de producción y suministro, incluidas las pérdidas posteriores a la cosecha.” 


¿Y los desafíos?


  1. Falta de datos armonizados

    • Solo 38 países emplean metodologías comparables, según el PNUMA (2024). Esta escasez impide evaluar con rigor la eficacia de las políticas y diseñar intervenciones específicas por sectores.

    • Urge que más naciones —especialmente en Asia y África— adopten protocolos de la OCDE y Eurostat, estableciendo inventarios de mermas anuales y sistemas de informes estandarizados.

  2. Brecha tecnológica e infraestructuras

    • En países de renta alta, la inversión en soluciones digitales (apps de redistribución, blockchain, etiquetado inteligente) supera los USD 1 500 millones anuales, pero falta regulación sobreproducción en origen.

    • En países empobrecidos, la ausencia de frío y rutas postcosecha adecuadas provoca mermas de hasta 30 % en cultivos perecederos; se requieren líneas de crédito específicas y alianzas público-privadas.

  3. Efectos de la crisis climática

    • Eventos extremos disparan pérdidas en campo: la volatilidad de precios puede alcanzar 25 % en mercados mayoristas, complicando la planificación y llevando al descarte preventivo de lotes completos.

  4. Hábitos de consumo y cultura de la inmediatez

    • Más del 60 % de consumidores confunde las etiquetas “consumir preferentemente antes de” y “fecha de caducidad”, provocando descartes prematuros.

    • El 28 % de compras domésticas es impulsivo, sin lista previa, duplicando la probabilidad de que las sobras acaben en la basura.


Abordar estos retos con datos fiables, infraestructuras adecuadas, adaptación al cambio climático y concienciación es clave para acelerar la reducción del desperdicio.


Áreas de intervención: innovación, políticas y educación


En el ámbito de la innovación, alineado con el ODS 9, las propuestas incluyen el desarrollo de etiquetas inteligentes basadas en sensores capaces de evaluar la frescura real de los alimentos y extender su vida útil, junto con la creación de plataformas digitales colaborativas que faciliten el intercambio en tiempo real de excedentes, y la implementación de tecnologías blockchain para aumentar la trazabilidad y detectar con precisión los puntos críticos donde se generan pérdidas a lo largo de la cadena de suministro.


Desde la perspectiva de las políticas públicas y en consonancia con el ODS 17, es fundamental establecer marcos regulatorios que limiten la sobreproducción mediante cuotas y contratos flexibles; diseñar incentivos fiscales atractivos para las empresas que destinen sus excedentes a donaciones y para las que inviertan en infraestructuras postcosecha; y, al mismo tiempo, garantizar la obligatoriedad del compostaje para grandes generadores de residuos orgánicos, asegurando así un tratamiento más sostenible de los desperdicios.


Finalmente, en materia de educación y sensibilización —relacionada con el ODS 4—, resulta imprescindible lanzar campañas de divulgación que aclaren el significado de las fechas de consumo en los envases; fomentar en el currículo escolar la creación de huertos pedagógicos y la realización de talleres de cocina de aprovechamiento; y ofrecer formación profesional especializada que capacite a los trabajadores del sector de la hostelería y la distribución en protocolos de gestión de inventarios y reducción de mermas.



ODS


Buenas prácticas y casos de éxito


  • Europa Occidental: la "Semana Europea contra el Desperdicio Alimentario" moviliza a supermercados y ciudadanos.

  • Japón: IoT en frío inteligente, reduciendo un 18 % de mermas desde 2015.

  • Food Banks en España: canalizan 300 000 t/año a vulnerables, con retos de coordinación autonómica.


Métricas y seguimiento


Para medir el avance hacia la Meta 12.3 se utilizan dos indicadores:

  • 12.3.1(a) Food Loss Index: pérdidas en producción y postcosecha, custodiado por la FAO.

  • 12.3.1(b) Food Waste Index: desperdicio en minoristas y consumidores, custodiado por UNEP (sdg2advocacyhub.org).


Las plataformas de datos, como la base de la FAO y el Food Loss and Waste Database, son fundamentales para la transparencia y el diseño de políticas basadas en evidencia (fao.org).


Perspectivas futuras y recomendaciones


En un horizonte próximo, resulta esencial armonizar los informes nacionales mediante la adopción de formatos y una periodicidad comunes que faciliten la comparación y el seguimiento de los avances. Asimismo, es prioritario canalizar inversiones hacia infraestructuras climáticamente resilientes —como sistemas de frío solar y rutas de transporte adaptadas a condiciones extremas— para garantizar la continuidad de servicios críticos frente a fenómenos meteorológicos adversos.

 

Al mismo tiempo, el impulso de una economía circular, basada tanto en la valorización energética de los residuos como en prácticas de compostaje, contribuirá a reducir la presión sobre los recursos naturales y a minimizar la generación de desechos. Para lograr cambios de hábitos duraderos, conviene promover campañas que comiencen en la educación temprana y se extiendan con incentivos en el ámbito del retail, de modo que los ciudadanos interioricen comportamientos más sostenibles.

 

Finalmente, la consecución de estos objetivos depende de la colaboración multisectorial: las alianzas estratégicas entre ONGs, empresas y administraciones públicas permitirán articular esfuerzos, optimizar recursos y maximizar el impacto de las iniciativas emprendidas.


La sostenibilidad de nuestros sistemas alimentarios


El desperdicio alimentario es un indicador del grado de sostenibilidad de nuestros sistemas alimentarios. Conseguir la reducción del 50 % para 2030 requiere un enfoque integral: datos fiables, innovación, políticas coherentes y una sociedad comprometida. La Agenda 2030 nos brinda el marco; el reto es transformar voluntades en resultados.

 

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